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Preguntándole a un gerente de una empresa aliada, antes que lo fuera, qué prefería ¿Un empleado o un colaborador?, no supo que responder y se quedo pensando, mal contados 3 minutos, a lo que nos mira y dice “¿No es lo mismo?” Y ahí comenzó esta explicación que se llevo más de un café:
Un “empelado”, es aquella “persona que realiza un trabajo a cambio de un salario”, y “colaborador”, es una “persona que está siempre dispuesta a colaborar con otros en el logro de una meta común”.
A lo que interrumpió y dijo:
¿Es que cuando uno contrata enseguida la persona no está dispuesta y enfocada a la meta?
Nos miramos entre nosotros y dijimos en tono jocoso:
-Ojalá!
El concepto de colaborador abarca mucho más, ya que incluye un sentido de pertenencia, compromiso, creer en la cultura y valores de la organización en que trabaja, lo cual genera una motivación más completa. Esto, naturalmente traería mejoras significativas al trabajo en equipo, el desempeño, el clima laboral y la productividad, no es de extrañar que hoy en día, muchas empresas modernas han incorporado el concepto en su lenguaje habitual.
Ya sabíamos que venía, pero no pensamos que fuera tan rápido, antes del tercer café nos pregunta:
¿Cómo se convierte un empleado a colaborador?
1. Una de las maneras más exitosas de lograrlo es a través de un programa de reconocimiento para empleados. Estos programas ayudan a inspirar la creatividad de los empleados, a mejorar la productividad, a tener una menor rotación del personal, etc. Un programa de reconocimiento eficaz y exitoso es aquél que se aplica a todos los empleados y que ayuda a motivar a todo el personal.
2. Reconocimiento en el equipo: No todo es material, muchas veces las personas valoran una palabra de valor o una retroalimentación, ya que de esa manera sienten que su trabajo sí está siendo visto por sus superiores. “Saben quién soy”
3. Es un cliché, pero sería un fallo no valorar el poder de ofrecer capacitaciones.
A este punto ya el café había pasado a segundo plano, y el postre era el protagonista en aquella charla. Las risas y momentos incómodos no podían faltar cuando el gerente empezaba a entender que “la fiesta de fin de año” no era suficiente para hacer la transformación de empleado a colaborador, pero no con actitud altiva, sino comprensiva.
Entonces te preguntarás cuál fue el momento incómodo, y este resuelto siendo cuando la charla acabó y nos quedamos nosotros con la botella de agua en las manos, para pasar el dulce del postre, reflexionando y cuestionándonos la superposición que hicimos al pensar que todos los gerentes reconocían esta diferencia.
Desde ese día es lo primero que explicamos antes de nombrar cualquiera de nuestros servicios.
¿Qué pasó con el gerente cuando se fue?
Se convirtió en cliente al día siguiente, NO MENTIRA.
Pasaron semanas de preguntas y respuesta acerca de la veracidad de lo conversado, pero al final…
Ahora ese gerente cuenta con un aliado estratégico que sabe la importancia de reclutar posibles colaboradores, y no empleados, y de esta manera la productividad siempre será alta.
¿Adivinan cuál aliado es?
Fuente: Grupo Logis
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